Cap1[.:: Un día cualquiera ::.]
Después de caminar por los pasillos de la escuela divisé, casi llegando a mi salón, que al parecer mi tutor – tan lindo éste – explicaba algo importante, vital para no desaprobar su curso, alguna tarea laboriosa que nos haría trasnochar y sufrir día a día, ya que si notaran los ademanes de tortura y resignación que ponían la mayoría de mis compañeros..asu con esas caras hasta yo me traumo..
Advertida de todo esto y dándome cuenta que ya estaba en la entrada de mi salón – ni yo sé por qué me arriesgué a llegar hasta allí – estaba decidida echarme a la fuga, di media vuelta...Mejor dicho un cuarto de vuelta..
Cuan el profe dirigió su mirada hacia a mí una milésima de segundo antes.
- Pase –me invitó, al verme.
- Ya..
Al entrar me percaté de que Milagros ya no estaba en mi grupo y supuse que el profesor la había colocado allí ya que conversaba mucho, pero ella era mi mejor amiga del lonsa así que no podía dejarla sola, bueno en verdad no estaba sola, pero estaba tranquila, más bien aburrida, y yo no podía permitir eso..
Sin que el profe me viera llevé mi silla al costado de Milagros, pero con mi silla y posición dirigida hacia el frente...de tal modo que estuviera frente a la pizarra para que pareciera un grupo de cinco (que en realidad eran cuatro).
Me puse a charlar con Milagros y en una de esas noté la mirada del profesor clavada en mi persona lo que hizo que al toque dejara la conversación y empezara a prestar atención, cuando desvió su mirada hacia otra parte di un respiro, ya que, inconscientemente quizá, había dejado de respirar al momento que enfrenté la mirada inquisidora de mi tutor.
Pero en serio hablaba mucho y en serio no entendía nada, asó que extendí mi brazo hacia arriba moviéndola de un lado a otro para captar la atención del profe.
- ¿Si, dime?
- ¿Por qué?
Algunos dejaron de escribir, dormir, conversar, o cualquier cosa que estaban haciendo para posar sus ojos en mí y luego en el profe.
- ¿Por qué, qué!?
- ¿Por qué tenemos que escribir una historia? ¿Es obligatorio? ¿Lo va a leer?
El profe respiró hondo y retomó a lo que estaba explicando.
- Bueno como decía antes, este trabajo será su nota final del bimestre y la cual tendré que leer para calificar..
Ignorando su indiferencia, alcé la mano de nuevo y le pregunté:
- Bueno, pero sobre qué podríamos escribir?
Prestó atención a mi pregunta y la respondió dirigiéndose a todos.
- Ustedes escojan el tema que quieran, puede ser un cuento, una anécdota, una novela..
- ¿Y en cuántas hojas? –insistí.
- Mínimo cinco, a mano, letra legible.
- ¡Asuuu profe! –expresé con desgano.
- ¡Pero tienen prácticamente todo el mes!
- ¿Un mes? ¿Tan poco tiempo?
- ¿No te gusta escribir?
- Si, pero se cansa mi mano, pues.
- ¡Pero es para que apruebes, PUES!
- Ya, ok gracias ¡Espere!, otra pregunta…
- Dime.
- ¿Puedo ir al baño?
- ¡NO!
- Pero.. ¿por qué no? –pregunté con fingida inocencia.
El profe trató de responder con calma, pero perdió la poca paciencia que tenía.
- ¡¡ALUMNA!! ¡ACABA DE LLEGAR DE LOS SERVICIOS HIGIÉNICOS, SE SENTÓ EN UN LUGAR QUE NO ES EL SUYO, ALTERÓ LA CLASE y no pude terminar de explicar porque hace aprox. 5 minutos que levantó la mano! Además, ahorita ya va a tocar el timb..
Dejando inconclusa su frase sonó de improvisto el timbre del recreo. Todos salían alborotadamente mientras el profe se acomodaba en la silla de su escritorio abatido.
Antes de salir me dí media vuelta y le sonreí al profe.
- Hasta la clase de O.B.E –le dije
- Lamentablemente –respondió en un susurro apenas oíble
- ¿Qué, profe?
- Nada, vaya al receso.
- Ok -respondí sonriendo y brincando hacia el salón de al lado.
En el aula del 4to “G” casi todos habían salido al recreo, sólo quedaban algunos que presentaban desesperados su cuaderno a la profesora de biología.
Entre esos “algunos” se encontraba mi amarillenta y escandalosa amiga Carolina.
Y yo la esperaba, impaciente en la entrada de su salón.
- ¡CAROO!! ¡¡APÚRATE!! –le grité.
- ¡Cállate oe! –me dijo Carlos que estaba sentado cerca a la puerta.
- ¡A tí no te llamo! –respondí con aparente enfado -¿Por qué demora tanto? –le pregunté impaciente.
- Es que la seño no le quiere revisar su cuaderno –me respondió.
- jaja –me reí disimuladamente.
- ¡JAJAJA! –se carcajeó él.
....
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